lunes, 24 de mayo de 2010

No me esperen despierta

Después de tres meses, de que el volcán me estropeara el regreso a casa, vuelvo a Madrid, mi Madrí, con ganas de cocretas, terrazas, amigos y familia, sobre todo familia.

El aeropuerto de Stansted me espera (si el volcán no se vuelve a entrometer en mis asuntos) y quizá, cuando aterrice en Barajas, echaré de menos un duty free con el HMV como protagonista. Cuando mi madre me haga gazpacho (y ensaladilla, y cocido, y cocretas, y filetes!), puede que me acuerde del puré de patata con salchichas. Aún no lo sé, pero quizá, cuando pasee por Madrid o por Alcobendas, añore a las multitudes de Oxford Street y me apetezca entrar en un Primark al que no podré llegar a pie. Me meteré a la cama y se me hará raro que no me despierten los borrachos de la calle y la luz del sol por la mañana. Me sorprenderé cuando el agua de la ducha salga con la suficiente presión como para aclararme el pelo de una pasada y, encima, a una temperatura agradable, pero echaré de menos la "aventura de ducharse" cuando es "la máquina de torturar españoles" la que escribe el final de la historia.

Puede que, después de todo, pese a todas las ganas que tengo de llegar allí, a Madrid, mi Madrí, eche de menos Londres. Pero qué narices! De Madrid al cielo! y los que se quedan en la capital británica, que no me esperen despierta, que pienso volver tarde.



Porque en Madrí, también se puede ser muy cool.